ALEJANDRINA:
Mi inolvidable maestra.

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Feliciano Flores Fernández
En vida maestra…en vida…

Era la década comprendida entre los años 50 y 60 del siglo próximo pasado, cuando tuve la fortuna de llegar a la cabecera municipal de Platón Sánchez, Veracruz; yo venía de una pequeña comunidad de nombre Tecalantla y mis padres me llevaron con la intención de inscribirme en la escuela Primaria más reconocida del Municipio en aquella época: la “Rafael Platón Sánchez” cuyo nombre constituye un privilegio no solo para esta institución educativa sino para el Municipio mismo que se erige en 1868 en honor al Teniente Coronel Rafael Platón Sánchez Meraz, uno de los defensores más significativos de la soberanía nacional, republicano leal a uno de los presidentes más patriotas que ha tenido nuestro invadido y saqueado México: el presidente Benito Juárez.
Quedé inscrito en el tercer grado de primaria, en razón de que en la escuela bilingüe de una comunidad donde asistíamos niños de los pueblos originarios, únicamente se impartía hasta el segundo año de Primaria, tal es el caso, que yo cursé tres años el segundo grado. Aprobaba a tercero, pero como no se impartía dicho grado regresaba a segundo.
Llega a mi memoria aquel lunes en que lleno de timidez y temores pisé el umbral de una maravillosa escuela, diferente a la de la comunidad donde concurríamos los niños que vivíamos en comunidades indígenas, donde la pobreza se anida y el hambre clama alimentos. Esa pobreza nos hacía ser tímidos, inseguros y temerosos y, como no serlo, si esa escases económica de nuestros padres y el dominio político caciquil no les permitía tener la confianza y la seguridad para rebelarse ante la desigualdad y la injusticia imperante.

Esa condición de sometimiento, se transmitía a la niñez, de ahí nuestra timidez, de ahí nuestra falta de seguridad…de ahí nuestros temores, de ahí nuestros miedos a la zona urbana… a los lugares más civilizados.


Ese día lunes, tuve la oportunidad de conocer a la Maestra Alejandrina Casanova Montiel, una inolvidable mentora, de quien aprendí lo que es la humildad, la sencillez y el humanismo, así como el amor supremo al prójimo…Ella me enseñó a identificarme con la historia nacional, de allegarme a la madre naturaleza, ella me ilustró a distinguir lo natural de lo divino. Ella me indujo a diferenciar la maldad y la bondad de los seres humanos; ella, mi maestra inolvidable me motivó y alentó para sentir ese afán de superarme a través del estudio… a demostrar que los condenados de la tierra y olvidados del sistema también tenemos derecho y oportunidades de superarnos, que a través de la voluntad y a base de sacrificio podemos llegar a una meta determinada.
Maestra Alejandrina, querida maestra, usted fue mi signo de inspiración para vencer infinidad de vicisitudes, usted caudalizó mi río para ser torrente, usted esculpió mi espíritu para ser rebelde…querida maestra alejandrina, usted a través de su profesión, de su carisma, y de su belleza espiritual, hacían sentirme orgulloso de tener una maestra envidiada por sus compañeras y admirada por sus compañeros maestros de la zona escolar.
Para nosotros, sus alumnos, lo atractivo de usted, era su manera de cómo nos transmitía los conocimientos, de cómo nos motivaba, de cómo nos impulsaba, de cómo nos consentía y hasta de como nos defendía de los alumnos de grados superiores. Nos embelesábamos con su método de enseñanza. Su vocación de servicio iba más allá de los límites de su profesión, iba más allá de un horario de clases, para usted, transferir esos conocimientos básicos, era un privilegio, para usted, enseñar no era una labor emanada de un ordenamiento burocrático sino una bondad divina que nacía de lo más profundo de su corazón…
Así conocí a mi adorable maestra alejandrina, le vi en su edad temprana, con su juvenil sonrisa…con la ternura reflejada en la mirada de sus bellos ojos…Le admiré, como se admira al capullo que abre sus hermosos pétalos llenos de sabiduría, amor, ternura y alegría, mismos que se adherían en nuestras infantiles mentes, ávidas de conocimientos…sedientas de saber…
Sus narrativas de acontecimientos históricos eran emocionantes para mí, gozaba oírle hablar del México prehispánico, me entristecía la caída de la gran Tenochtitlan; me llenaba de enojo cuando nos narraba el dominio cruel y despiadado que mantuvieron los invasores españoles durante tres siglos sobre los pueblos originarios de Mesoamérica…me emocionaba cuando nos hablaba de la gesta de independencia, de su consumación…cada hecho histórico narrado por usted, eran para mí, sinónimo de acervo cultural. Independencia, reforma, porfirismo, revolución y cardenismo, han sido parte de un proceso histórico que hoy en día se consolida a planos de bienestar a través de una revolución pacífica.
Maestra Alejandrina, hoy 15 de mayo le agradezco a usted, todos los conocimientos que me impartió, tanta atención que en mi depositó, tanta ternura que me proporcionó. Gracias por impulsarme y alentarme a caminar siempre para adelante, a conducirme con decisión, gracias por enseñarme a comportarme con honestidad, con valentía, con responsabilidad, con lealtad…
Con usted, aprendí a vencer los miedos, a conocer lo que significa la seguridad, con usted asimilé el gran valor que posee el concepto rebeldía; estudios posteriores, me llevaron a comprender el verdadero significado de dicho término, entendí que los REBELDES no son los que originan los problemas, sino que son los PROBLEMAS los que dan origen a los rebeldes.
Maestra, hoy 15 de mayo, día especial para todos los maestros, humildemente le rindo pleitesía, gracias por todo maestra mía; ese tercer año de primaria en el que fue mi maestra, fue el parte aguas de lo mucho o lo poco de mi realización.
A través de este sincero reconocimiento y agradecimiento hacia usted bendita maestra, vaya un saludo fraternal a todos los maestros del país, quienes día con día y con verdadera vocación de servicio dan un extra para bien de la educación que imparte el Estado Mexicano.
Maestra Alejandrina, sigo siendo su tímido alumno…aquel que llegó de humilde comunidad… para encontrarse con una maravillosa escultora de la enseñanza…No queda mucho por decir, solo darle las gracias nuevamente y pedirle de la manera más atenta me permita seguir llamándole MAESTRA.

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