Fiesta de todos santos en la Huasteca.

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Por Luciano Blanco González. 

    Mientras el país se debate en la discordia y el encono político,  Bienaventurados los días que ya se viven en la huasteca veracruzana, en donde con toda solemnidad y cuidados se preparan las fiestas para agasajar a nuestros difuntos que vienen desde el inframundo a visitarnos y a convivir con sus familiares y amigos que todo el año se la han pasado invocando su recuerdo y anhelando su presencia deseando que todo sea como antes, como cuando estaban con nosotros, con su cariño, con sus relajos, con su alegría y con sus preocupaciones cotidianas.

        La prodiga naturaleza hoy revivida por las recientes aguas que bañaron gran parte de su territorio, nos entregaran los elementos necesarios para que aunque sea con humildad, festejemos su feliz y misterioso arribo desde ultratumba, el próximo 30 de octubre hasta el día 2 de noviembre.

         Los plátanos ya se cortaron desde el día 17, para que sus racimos nos los entreguen maduros y podamos disfrutar de esa excelente fruta durante la festividad, de esa planta cortaremos sus hojas para envolver los exquisitos tamales que tanto le gustaban al abuelo, a la tía, al hermano y por el que nos visitaban nuestros amigos en los convivios habituales.

        Las señoras ya han recogido la leña del monte para hacer hervir las ollas y las cazuelas en que se preparan los tamales de frijol. De calabaza, de pipián aderezados con camarón y cilantro, si alcanza habrá también de carne de pollo y de puerco, en tanto que en las cazuelas humearan despidiendo el olor único del camote, de la calabaza o del cahuayote con la miel de trapiche que celosamente guardan desde la molienda pasada.

          ya han rascado las entrañas de la tierra para alizar los pisos, el fogón y el guisandero, también para enjarrar las paredes de los jacales con esa tierra amarilla acalichada que evita la proliferación de insectos y hace que las casas luzcan nuevas y bonitas, para que los muertos vean que en esa familia hay animo y alegría.

        Los elotes ya maduran y pronto serán mazorcas tiernas de maíz, con lo que elaboraran los tamales y los cuiches con piloncillo y canela o con asientos de chicharrón y si no hay con frijol, para agasajo de los santos inocentes o sea los niños que fallecieron chiquitos. 

        En fin que es todo un acontecimiento desde ahora en que cuadrillas de bailadores engalanan las calles del norte de Veracruz por todas partes, Tantoyuca, Tempoal, Tepetzintla, Panuco, Chinampa, Tantima, Tamalin, Huayacocotla, por citar sólo algunos, sin dejar de anotar que en los municipios serranos como Chicontepec, Zacualpan, Zontecomatlan, Benito Juárez, Ixhuatlan de Madero, Tlachichilco, la fiesta es mas ceremonial, más sensible, mas llena de pureza y de devoción.

        En estos últimos pueblos con rancherías y poblados en donde habitan Teneks, Nahuatls, tepehuas y totonacos, los rituales y las danzas son diferentes, “el costumbre” está impregnado de una devoción inescrutable, con pasos y ritos misteriosos, con vestimenta y colores inimaginables en los ropajes citadinos,  las flores que adornan los altares son una maravilla de la creación, muy distintas a todas las que conocemos y que se recolectan frescas en el campo

       Su admirable atuendo con faldas y refajos con abundante chaquira multicolor deslumbran y embriagan los sentidos de quien las mira y mas sus elegantes quesquemes, cuya preciosidad y diseño ha sido envidia de las damas europeas que han robado en bocetos algunas de estas prendas.

        Sus danzantes con pantalones o camisas rojas o negras dependiendo de la etnia de que se trate, adornan su ropaje con vistosos listones azules, amarillos, morados, blancos, verdes y cuantos se les ocurran lucen como guerreros majestuosos, reflejando el sol con los espejos de sus bonetes, sonando sus guajes y agitando el pandero armonizado con sus taconeos creando entre las nubes de polvo una admirable esfera de adoración a sus deidades y de gusto a la gente que posesa los embelesa.

         En las regiones serranas en estos días entre el ruido del violín y de la guitarra, de los cohetes para ahuyentar a los espantos y a los malos espíritus, del ruido sonoro del cuerno del vaquero convocando a la fiesta, mientras la mujer danza en saltos atractivamente coquetos, en las culturas originarias es la única que se disfraza, (a veces lo hacen de diablo con un ropaje rojo, cola, cuernos y tridente) decenas de caminantes transitan con un morral lleno de refrescos, cerveza y aguardiente y en la mano o en la testa femenina coronada con un ruedo de trapo y sobre este una canasta en cuyo interior se guarda un legendario y enorme Yamastli consistente en un gran tamal que contiene un pollo entero cortado y adornado artísticamente, para agasajo de los compadres y los ahijados, que se coloca en el altar se ofrece sin ceremonia y se inicia un dialogo familiar sobre lo mucho que se querían los antepasados y sobre lo felices que deben de estar al verlos contentos conviviendo. 

        A veces las familias lo disfrutan en los cementerios con los difuntos parientes comunes, en donde se observa algo parecido a una competencia en la hermosura de las coronas elaboradas por sus propias manos con papel multicolor de china cubiertas con papel celofán, colocadas sobre las tumbas adornadas con cadenas también del mismo material, no faltan las veladoras, la cerveza, el tabaco o los cigarros para el difunto, ahí se reza, se dicen las oraciones propiciatorias y se paladean los platillos, el pan, el café, el chocolate, la cerveza, la coca y el aguardiente dispuestos sobre manteles bordados con figuras de pájaros, de flores, de animales, de ángeles y vírgenes o con motivos religiosos, todos ellos limpísimos. 

        En las ciudades y villas las celebraciones son distintas y se desarrollan en la idea surrealista de que nadie muere, para el huasteco mientras recordemos a los difuntos ellos están con nosotros y en estas fechas en que se abren las puertas del Mictlan vienen a visitarnos, vienen a ver como estamos, por eso la fiesta, porque deben de encontrarnos alegres  y se sentirán muy felices si su fotografía esta en los altares o esta su nombre en las velas o en las veladoras.

        Más felices si su camino al altar está adornado por las flores amarillas del cempaxúchitl y creemos que ellos se deleitan con los aromas del copal, del chocolate, del pan y que nos acompañan en la oración.

        Se cree que ellos se manifiestan en los ruidos, en las colas repentinas de viento, en el movimiento de los arboles, en el chisporroteo de la lumbre, en el vuelo de los pájaros, en la presencia extraña de un animal, en la sombra, en el canto del tecolote o de la lechuza, en la caída de un traste de la cocina, en el sueño, en fin de mil maneras.

        Finalmente, estos días de todos santos o Xantolo, son de oportunidad para visitar la huasteca, esta es una de las regiones más seguras del Estado, aquí se puede disfrutar de añejas tradiciones, en Tantoyuca y en Tempoal principalmente, es un agasajo mental disfrutar de la alegría manifiesta en miles de hombres disfrazados de mujeres bailando por las calles y en los cementerios, para confundir a la muerte que según viene en estas fechas a llevarse nada mas a los hombres., todos portando mascaras artesanales con los más finos acabados, divididos en cuadrillas de 20 o 40 bailarines alegres y jocosos que divierten y se divierten por todas las calles. La experiencia es inolvidable, porque acá, convivirán con los que descansan en el más allá, por algo es la fiesta de vivos y muertos.- Por el bien de la causa. 

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