López Obrador solo cuida su imagen en materia de seguridad.

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Por Luciano Blanco Gonzalez.

A los Mexicanos nos invade a cada momento una gran angustia por la inseguridad que se vive, todos tenemos miedo por nuestra vida, por nuestra familia, por los amigos y por la sociedad, todos corremos a poner candados y cadenas a nuestras puertas, subimos las bardas los que pueden las electrifican, colocamos cámaras con la ilusión de avizorar cualquier peligro, espiamos nerviosos los movimientos del exterior de los comercios y de las casas en la periferia de nuestros hogares, cuando salimos desde que ponemos el primer pie en la calle exploramos sigilosamente el contorno para observar todos los movimientos y cualquier desconocido nos pone en alerta de peligro, caminamos protegiéndonos con un ojo avizor a los viandantes y vehículos, observamos, no cabe duda somos presa del pánico, todos sufrimos el pánico del acecho y la persecución, parecemos ratones cuidándonos del gato, sabemos que somos presa fácil de la fiera hambrienta de saciar sus instintos, la fiera ya esta cebada y nada la detiene, para ellas no hay reja capaz de someterla, los domadores también se andan escondiendo, le temen y la rehúyen por más que alardeen de fuerza, de poder y de ganas, el pueblo percibe que el gobierno es incapaz y está fallando.

Crispa  el nervio la ráfaga continua de noticias sobre la violencia, con referencia de escenas macabras que ofenden la naturaleza humana, cuando leemos u oímos noticias insólitas que nos reflejan las barbaries que se cometen en esta sociedad o titulares llenos de sangre que estremecen y espantan con encabezados que refieren crímenes horribles de ancianos indefensos, de tiernos  niños, de frágiles mujeres, de conocidos matrimonios que se encontraban reposando tranquilos en sus hogares en el fraccionamiento Fifí o en la colonia popular, divirtiéndose en un centro nocturno, en un centro de recreación familiar, bar o balneario, campus universitario o campo deportivo, restaurant o fonda, plaza comercial o tianguis, jardín de niños o universidad, callejón o avenida, oficina pública o despacho privado, industria o taller artesanal, empresa o changarro, donde sea, no importa en cualquier lugar estamos expuestos al asalto, a la extorsión, al secuestro, al asesinato con balas, con cuchillo, con gasolina, con fuego, con saña inaudita que nos hace temblar de miedo por solo pensar que podemos ser las próximas víctimas, por lo mismo ya no somos libres, estamos condenados a vivir sumisos y aletargados, resignados con sufrimiento por vivir expuestos a lo que dios diga, aunque este parece vencido por las fuerzas del mal y sordo a las inútiles plegarias y ruegos de sus fieles. Esto parece un castigo divino.

Lo lamentable es que quienes tienen la responsabilidad de gobernar y consecuentemente de protegernos, parece que vivieran en otros planetas, se comportan ante los acontecimientos como si vivieran en otro mundo y en otra sociedad, negando inclusive los hechos obvios, afirmando que la criminalidad es entre bandas del crimen organizado y que se están matando entre ellos, para mayor convicción de sus argumentos los identifican, hablan con tanta certeza que  saben  a qué organización pertenecen, dan los nombres de las bandas que operan en el territorio y uno se pregunta si saben quiénes son y donde están por qué no actúan en lugar de estar dando justificaciones inútiles que solo ponen de relieve su interés por conservar el puesto y enaltecer un prestigio del que ya de ante mano carecen.

La intranquilidad la refieren como si no existiera y todo fuera producto de la imaginación o inventado, sus respuestas y sus lenguajes envolventes tienden a pintarnos mundos ideales de tranquilidad para hacernos creer que todo lo que sucede es por lamentable excepción y que a nosotros nunca nos va a tocar,  pues cuando se les inquiere sobre el tema aseguran con un lenguaje que ofende al intelecto y como si nos estuvieran haciendo un gran favor, afirman que la violencia y los secuestros disminuyen gracias a la actividad preventiva que realizan sus policías y que los responsables de investigar e identificar a los infractores son de otra instancia escurriendo el bulto del muerto a otra parte y finalmente hacemos lo que quieren nuestros altos y dignos funcionarios, exculparlos de su responsabilidad y casi les aplaudimos su sabio explicar y sus consoladoras palabras tan convincentes cuando reseñan que esto es culpa del pasado que nos heredo un cochinero donde delincuencia y autoridad se mezclaban, pero que por fortuna eso ya se acabo, porque ya no hay corrupción y que ahora todo se va a acabar por que ahora ya hay honestidad y que nadie se sienta solo porque para evitar nuevos hechos se va a reforzar la vigilancia. En donde están los cuerpos de elite contra el crimen.

Tarados como estamos,  batimos palmas ante tan geniales y conmovedoras explicaciones que nos pintan escenarios de excepción y nos prometen  matizadas con la presencia masiva de militares y de policías portando armas y equipo de guerra que solo espantan al pueblo por que los delincuentes se pasean en sus narices con alardes de fuerza que tal parece inhiben y aterran a las  fuerzas armadas, porque ante tal portento  y la falta de apoyo de la opinión pública, del sistema jurídico y de sus superiores siempre dispuestos a castigar al policía o militar que actúa en cumplimiento de su deber, prefieren no enfrentarlos y no actúan aun cuando están preparados y dispuestos a combatirlos, exponiendo inclusive su propia vida, pero la experiencia les dice que en esta sociedad controvertida nadie los va a apoyar, por el contrario si usan la fuerza para someter a los agresores, si responden, injustamente  los van a señalar despiadadamente como abusivos o como criminales, terminando en el mejor de los casos cesados de su trabajo, investigados y finalmente en las celdas.

La estrategia presidencial en materia de seguridad, hasta ahora ha fracasado, el tono tierno y paternal del presidente para que los malandros abandonen el camino del mal, lo han tomado ellos como una invitación, su tono amigable y conciliador lo interpretan como una debilidad del Estado Mexicano, solo ha servido como levadura para multiplicarlos.

El Presidente sabía muy bien que los delincuentes ahí estaban, no lo supo cuando llego, lo sabe desde sus fragorosas campañas presidenciales, cuando asumió el cargo respiramos profundo, esperábamos una respuesta firme a la demanda generalizada de protección, de ayuda contra el crimen para poder circular libremente por las calles y caminos de México. Seguimos esperando y tenemos confianza porque a López Obrador todo le sale bien, a regañadientes a logrado el apoyo unánime del Congreso para crear la Guardia Nacional con nuevos elementos y con nuevo andamiaje jurídico, esperamos un debut espectacular y definitivo de estas fuerzas organizadas y creadas por la Cuarta Transformación.

López Obrador, se ha negado a utilizar con contundencia a las fuerzas armadas porque no quiere convertirse en un represor a la manera de Felipe Calderón o Peña Nieto, no quiere pasar a la historia como tales y da la impresión de que está cuidando su imagen como hombre progresista y revolucionario, está liberando a los maestros bloqueadores de calles y carreteras, a líderes de masas como los ecologistas, dirigentes obreros y campesinos, pero descuida el flanco más importante que es el de cumplir con su obligación de brindar seguridad al pueblo en general aplicando la ley.

No hay de otra Señor Presidente, ningún conflicto social de esta naturaleza y de esta magnitud se ha resuelto con la ternura que dimana de sus palabras y con la que espera apacentar al lobo feroz cual Francisco de Asís, recuerde que en el hombre hay mala levadura y a usted le corresponde focalizarlos y extraerlos del entorno social para que no continúen causando daños mayores.

A menos que sea una estrategia para tener de rodillas a la clase Fifí que es contra quienes más se ensañan los criminales que dirigen sus armas principalmente contra los periodistas,  los empresarios,  los ganaderos,  los comerciantes y contra los miembros y funcionarios de otros partidos diferentes a los suyos, así vemos comercios cerrados, locales y casas en renta o en venta, ranchos abandonados, carros y locales quemados, tanto que pueblos que eran grandes ahora están abandonados, sus propietarios si han podido han emigrado a otros lugares huyendo de la extorsión y del crimen, corriendo a refugiarse en las grandes ciudades con la esperanza de perderse en el anonimato protector, cualquiera creería que esta magnificando la herencia maldita para luego llegar él como el salvador y lucirse con resultados efectivos para que todo mundo adore su grandeza como constructor de la paz.

El Presidente López Obrador es diferente a todos los demás no cabe duda, es idealista, honesto, inteligente, incansable y muy firme en sus ideas que impone con unas estrategias admirables, pero si a esta cualidades sumara una fuerza de voluntad similar a la que aplico en el triunfante operativo en contra del huachicoleo, así, en contra de la delincuencia organizada y tuviera la decisión de vigilar personalmente la aplicación y los resultados de las estrategias de seguridad en cada una de las regiones estaríamos convencidos de que es un verdadero estadista, gobernando preocupado para todos.

Finalmente, hoy viene el presidente Andrés Manuel a Veracruz y no viene precisamente a cuidar su imagen, viene para compartir con nosotros la angustia que provoca la creciente inseguridad. Las condolencias a los Minatitlecos, son condolencias también para todos los veracruzanos, esperamos de él, que se comprometa sin palabrerías y sin lucimientos personales, pero con contundencia a aplicar la justicia de los humanos y de las sociedades civilizadas castigando a los infractores que han depredado al estado, él tiene todo el poder para hacerlo, para ello tiene todo el respaldo de la ley, cuenta con los elementos humanos y el equipo suficiente, pero sobre todo cuenta con todo el apoyo de los veracruzanos, solo falta su voluntad para cristalizar este ensueño de seguridad.- Por el bien de la causa.

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