Ganara el mejor

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Por Luciano Blanco Gonzalez.

El exitoso fin de las pre campañas electorales, nos hace reconocer que el muestreo de los precandidatos fue bastante ilustrativo para el pueblo de México, por que le permitió en los distintos niveles conocer formas, estilos, programas, equipos de trabajo y proyectos que nos permiten formarnos una visión de futuro respecto del México por venir, de nuestro entorno y particularmente del destino de nuestros derechos y obligaciones a partir de la personalidad de quienes quieren gobernarnos.

Desde mi punto de vista, en este momento merece un reconocimiento la administración pública Peñista, porque a pesar de todos los ex abruptos que harían temblar cualquier otro sistema político, el nuestro permanece  firme. No lo han puesto a temblar las políticas monetarias de Donald Trump, bajando los impuestos en su país y que creyó que hundiría al peso Mexicano, no lo ha cimbrado la amenaza de un muro en la frontera o la del retiro de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio, nada de ello a logrado deprimir nuestra economía, se mantiene y se acrecenta el empleo y la planta productiva, vivimos una inflación tolerable, una depreciación monetaria sin sobresaltos, un crecimiento económico y desarrollo social sin precedentes, un Estado de Derecho confiable y un mundo amplio de libertades con la piedrota de la inseguridad.

Las bravatas y fanfarronadas de Andrés Manuel o las ridículas y jactanciosas presunciones de Anaya, no han hecho retroceder a los inversionistas locales y extranjeros que arriban entusiasmados y seguros con sus grandes capitales, por la garantía que perciben de continuar con una administración que superara los escollos de la sucesión presidencial.

Los inversionistas si saben lo que va pasar en México el Primero de Julio, ellos si tienen encuestas reales, no como las que se mandan a hacer Obrador y Anaya en las que se suman puntos a su favor para animar a sus ingenuos seguidores.

En la elección nadie va a arriesgar su patrimonio, su trabajo, su estabilidad, nadie se va a exponer a expropiaciones de tierra urbana o rural, o a saqueos, a la escasez de alimentos, medicinas, educación, nadie estará de acuerdo en que se perdone un solo delincuente o que se mantenga del erario público a un solo vividor así sean aviadores o ninis.

En Andrés Manuel se percibe la figura de un aspirante a dictador populista que con sus formulas mágicas pretende un cambio radical de nuestro sistema político y de las instituciones nacionales a las que pretende cambiar con un ejercicio de poder personalista. Se le imagina prodigo y derrochador, regalando dinero a la gente y despojando de sus bienes a los propietarios para que con una política social equivocada acrecentar su capital político y su imagen perversa.

El voy y el vamos, son la introducción generalizada de sus discursos, olvidando que no es el capricho la base de un  gobierno, si no que este se sustenta en leyes que son generadas por un cuerpo colegiado llamado Congreso de la Unión y que nada que no conste en ellas puede hacerse para no caer en la ilegalidad.

Andrés, nada nos a dicho de respetar las leyes y de tomar iniciativas para mejorarlas, por el contrario a sido reiterativo en señalar que dará marcha atrás en la Reforma Energética, la Reforma Educativa y a los grandes proyectos de desarrollo nacional como el aeropuerto de la Ciudad de México.

A Don Andrés, le a dado en su desesperación en hacer todo tipo de alianzas y un esfuerzo mayúsculo por tapar su pasado, Abarca y los 43, su secretario Particular René Bejarano y el soborno millonario de Carlos Ahumada,  su Secretario de Finanzas Gustavo Ponce y las escandalosas apuestas en las Vegas. Pero para él, todo son inventos de “La mafia del poder” y se lava las manos con el aplauso popular, como si la corrupción fuera un chiste o un chisme que celebrar.

Da la impresión de que ahora que se alió con el partido más reaccionario y conservador de México como es el Partido Encuentro Social, de raíces fuertemente evangélicas, para convencer a los católicos de que esta alianza es solo una circunstancia, solo un accidente político, sería capaz de envolverse con el estandarte de la Virgen de Guadalupe, bautizarse de nuevo si es que ya se bautizo, convertirse en peregrino guadalupano, ir a misa, comulgar, en fin hacer uno de esos shows que tan bien le salen.

Ricardo Anaya no salió muy bien librado, su precandidatura obtenida a base de imposiciones y de agredir a sus compañeros, ahora la paga con boletas ofensivas en su elección como candidato, en sus giras le afloraron actos de corrupción por todas partes, enriquecimiento ilícito mediante el uso de prestanombres apoyado en su familia política, fraude con una empresa fantasma en la construcción de la sede del Pan en Querétaro y la falsa imagen de político calumniado, perseguido y espiado por el gobierno que le tiene miedo y que lo persigue porque dice que va arriba en las encuestas, disputándole el indiscutible primer lugar a López Obrador. Con sus afirmaciones da a entender que el gobierno trabaja para fortalecer a Andrés.

Ambos, Anaya y Obrador, muy preocupados por quien coincidentemente dicen va en tercer lugar y si así fuere, porque o para que ocuparse de él, saben que Meade va lento, pero firme, que en las encuestas es el único que sube, mientras Anaya está estacionado en su supuesto puntaje y Andrés desciende en popularidad.

Los críticos de buena fe, le atribuyen a Meade una imagen gris, por su lenguaje educado, que no ataca, que no grita, el día que Meade ataque y grite se habrá perdido toda esperanza en el equilibrio que debe de tener un gobernante y que es lo que la gente quiere y admira de él, su discurso reflexivo, propositivo, hace de él, el gobernante deseado, si el PRI quiere ganar, tiene que conservarle esa imagen de respeto, de sensatez, lo contrario sería caer en la ocurrencia Obradorista o en el cinismo de Anaya.

En fin los militantes y candidatos de MORENA están en la raya haciendo su mejor esfuerzo, los militantes y candidatos del PAN, paladean su posible retorno a los pinos y los militantes y candidatos del PRI arrecian el paso seguros de que alcanzaran y rebasaran sobradamente a sus adversarios, pero ellos no decidirán, decidiremos nosotros la sociedad civil que somos mayoría en todos los frentes y que estoicamente escuchamos las propuestas y vemos con admiración y respeto a quien nos garantiza la gobernabilidad y el progreso del país, a él decididamente con nuestro voto le daremos el triunfo.- Por el bien de la causa.

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